martes, 6 de mayo de 2014

Lo dijo John y...¡Tenía razón!

Hay una frase muy conocida, atribuida a John Lennon, que encierra una triste verdad demasiado común entre las personas de nuestra socidad actual: "Life is what happens when you are busy making other plans", que yo suelo traducir como "La vida es lo que sucede mientras tú estás ocupado con otros planes"; en otras palabras, que la vida es cuanto te acontece mientras tú estás "atento" a cualquier otra cosa, con lo que se te escapa poco a poco como arena entre los dedos, mientras se supone que estás "viviendo", haciendo de todo para "vivir", para "construir y edificar tu vida" o para "atrapar lo bueno de la vida."



 Y al final, antes o después te enfrentas con el hecho de que tus manos están casi vacías, conteniendo tan solo algunos pequeños granitos de esa "vida" que tanto anhelabas; el resto se esfumó sin darte apenas ni cuenta, sintiéndote por ello triste, algo vacío y, seguramente, bastante frustrado o decepcionado. Pero eso tiene sus causas y, por ello, solución. 

Vivimos unos tiempos complicados, muy difíciles y exigentes, sobre todo por la competitividad que sirve de base a la vida económica y social en que la existencia de cada uno ha de desenvolverse necesariamente. Este marco social general hace que desde muy pequeños y en todas las etapas de nuestra existencia estemos sometidos al cumplimiento de numerosas exigencias, metas y objetivos, no siempre libre y personalmente elegidos, lo cual nunca es posible por completo para nadie, pues además de conscientes somos seres inevitablemente sociales. El cumplimiento de esas metas, exigencias y objetivos requiere de nuestra atención en una medida en general bastante alta (yo diría que, además, crecientemente alta y a un ritmo vertiginoso), lo que hace que, sin darnos ni cuenta, perdamos la mayor parte de nuestra atención hacia el resto de cuanto acontece en nuestra vida. Y así, ya están los granos de arena de nuestra existencia escapándose por entre los dedos para no volver nunca más, para no ser más que, en el mejor de los casos, un vago recuerdo de algo lejano y ya perdido para siempre. La vida pasa mientras tú estás ocupado con otros planes.

Es algo parecido a elegir un destino para nuestro viaje y no tener en mente (y, por ello, en la experiencia personal) otra cosa más que ese destino y el ansia por alcanzarlo, con lo que todo cuanto rodea a ese viaje y existe y acontece en él desaparece en su mayor parte. O también suele suceder que lo percibimos como una serie de molestias, esfuerzos o males necesarios que aumentan nuestra impaciencia y nuestra frustración, ya que mientras permanecemos de camino hacia la meta no la hemos alcanzado.

Así, de un plumazo hemos amputado severamente la realidad que está ahí a nuestra disposición y que podríamos estar percibiendo y hasta gozando. En vez de disfrutar sólo del breve instante del logro, de haber alcanzado el destino o la meta (que frecuentemente, aunque no siempre,  resulta luego menos bella, gozosa y prometedora de como lo habíamos imaginado y siempre es instatánea, pues acto seguido ya debemos embarcarnos en cumplir otro objetivo), podríamos disfrutar también del viaje, de cada instante transcurrido durante nuestro constante desplazarnos en la vida hacia la meta de cada momento, de la que disfrutaremos al alcanzarla.

Tomarse el tiempo y el esfuerzo de cultivar la plena atención, nos permitirá desarrollar el potencial que todas las personas tenemos de vivir con gran plenitud cada experiencia en el instante mismo en que la tenemos.

Hoy os propongo un ejercicio muy poco formalista y muy intuitivo. Se trata de ejercitar vuestra voluntad de estar conscientes, atentos a todos esos "trocitos de realidad" que normalmente ni notáis por estar ocupados con otros planes para cumplir alguna de las constantes exigencias, metas u objetivos que debéis necesariamente cubrir.

Hoy, o mañana como muy tarde, esforzáos sin machacaros, con benevolencia y suavidad, pero con determinación, en disfrutar del viaje de vuestra vida cotidiana en los próximos sesenta minutos; tan sólo una horita de nada. 

Mientras estéis haciendo lo que corresponda hacer en cada momento, notad qué estáis tocando, oliendo, saboreando, oyendo o gustando. Si estáis comiendo una naranja, un yogur, una hamburguesa con queso, o bebiendo un té, un café, un vaso de agua... notad su sabor, su olor, su textura, su color. Es algo que podéis hacer al tiempo que lo coméis. Sólo basta con proponérselo uno. Luego, notas cómo tragas ese bocado o ese chupito de agua, de té o de café, cómo pasa por tu garganta y llega a tu estómago.

Si estás sacando la ropa de la lavadora, nota el olor a detergente y a suavizante, ese estupendo olor a ropa limpia; nota las diferentes texturas de cada prenda de ropa: calcetines, sábanas, camisas..., observa sus colores o el blanco recien lavado, etc.

Si estás sentado al ordenador, fíjate unos instantes en la forma del monitor, en el teclado, en la disposición de las teclas, en el sonido del tecleo, en cómo fluyen las palabras, una a una mientras tecleas; observa con fascinación el baile alegre e incansable del cursor, siempre por delante de cada letra, que surge mágicamente de la nada a su paso...

Creo que entendéis lo que os pido que hagáis. Notad lo que estáis haciendo durante unos instantes y alternadlo con notar lo que está sucediendo en el entorno, pasando la atención con suavidad de lo que hacéis a lo que "hacen" las cosas a vuestro alrededor, alternativamente, deteniéndose unos instantes en cada etapa. Disfrutad durante sesenta minutitos de nada del viaje mientras viajáis, no sólo del deber cumplido.


E
stoy seguro de que descubriréis cosas que ni sospechábais que estaban ahí, como esperando a que las descubriérais; cosas muy comunes, pero al mismo tiempo profundamente misteriosas, simples y bellas, casi mágicas.

Y os animo a que las compartáis con todos nosotros y nosotras en los comentarios a esta entrada, si os apetece.

Hay mucha vida en la vida; mucha más de la que sospechamos. Prestadla algo más de atención, disfrutadla y compartidla, por favor. Empezad así, de esta forma tan simple, a vivir más plena y felizmente. Así, sin proponéroslo siquiera, no se escaparán tantos granos de preciosa arena de playa entre vuestros dedos.






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