Aunque con el tiempo se han ido desarrollando, sobre todo en los llamados "países occidentales", muy diversos enfoques y métodos para el cultivo de la Atención Plena (popularizada en ellos bajo el término inglés "Mindfulness"), yo voy a transmitir aquellos que he practicado a partir de mi formación budista y, como consecuencia, del enfoque básico de metodología que se recoge sobre todo en la tradición theravada del Budismo, pero desprovistos de sus elementos y contenidos puramente budistas, centrándome en los aspectos prácticos ante todo.
Las bases para el cultivo sistematizado de la atención plena que uso y practico son, por tanto, los recogidos en el Satipatthana Sutta ("Discurso sobre los Fundamentos o Bases de la Atención", perteneciente al Canon Pali ).
Así, tomaremos casi siempre como bases para el cultivo y desarrollo sistematizado de la atención plena el cuerpo, las sensaciones (tanto físicas o corporales como mentales), la mente (sus diferentes estados) y los objetos mentales (todo aquello que es percibido exclusivamente por la mente; esto es, básicamente, los conceptos e ideas).
Aplicando de determinadas maneras la atención sobre dichas bases es como ejercitaremos esta importantísima facultad, de modo que vaya aumentando gradualmente en calidad y profundidad en nuestra vida cotidiana y vayamos logrando así el objetivo del que hablé en las primeras entradas del blog: vivir más plenamente y disfrutar más plenamente de nuestra vida, de cuanto experienciamos en cada instante.
El primer logro básico, aunque por el momento sólo sea temporal (puede que simplemete instatáneo, pero que será voluntario -para muchas personas por vez primera en toda su vida-) es algo muy inusual, por más poco espectacular que suene: Vamos a practicar el que nuestro cuerpo y nuestra mente se sienten en el mismo asiento al mismo tiempo.
Habitualmente (diría que casi sin excepción), no tenemos la mente donde está el cuerpo. Cada uno suele estar en un lugar y tiempo diferente.
El cuerpo siempre permanece en el presente, aquí y ahora, no tiene otra posibilidad; pero la mente suele estar atenta al pasado, al futuro y a lugares en que ahora mismo realmente no estamos. Y eso supone que no estamos viviendo verdaderamente lo que tenemos ante nosotros, sino algo muy distorsionado por nuestra propia mente.
Y eso sucede con demasiada frecuencia, incluso cuando estamos realizando tareas sumamente importantes y hasta potencialmente peligrosas, como son desde cuando conducimos un vehículo o manipulamos fuego o electricidad, hasta cuando alguien nos ha pedido atención y ayuda importantes para él o ella (nuestos hijos, nuestra pareja, nuestro jefe, compañero, empleado, cliente o paciente, etc.).
Ese tipo de "divorcio" entre cuerpo y mente rara vez es útil o deseable (salvo que deseemos conscientemente evadirnos de la situación, por el motivo que sea, lo que en muy pocas ocasiones es una estrategia acertada o efectiva). Conviene, entonces, desarrollar la capacidad de que, cuando así lo estimemos importante, deseable o necesario, podamos estar plenamente presentes con el cuerpo y con la mente en las situaciones que "experienciamos" en la vida.
Dado que el cuerpo siempre está, sin tener otra posibilidad, en el presente ("aquí y ahora"), lo más adecuado para traer la mente, tan huidiza ella, al presente es esforzarnos en que la mente tome conciencia del cuerpo de forma eficiente y lo más suave y agradablemente posible -para que no tienda a huir, según su costumbre-.
En este vídeo (incluido en la primera entrada del blog ) vimos, guiados por Ramiro Calle, una forma de lograr eso usando como base la respiración.
Ahora os presento una forma de lograr sentar el cuerpo y la mente al mismo tiempo en el mismo asiento, aunque sea por unos breves instantes, dando así un primer paso de gigante en el desarrollo y control de la plena atención.
Para ello, no tenéis que adoptar ninguna postura especial de sentarse, ni un lugar determinado. Basta con dónde y cómo estéis sentados en este preciso instante. Tomáos el "trabajo", eso sí, de, en la medida que os sea posible, reducir las eventuales fuentes de distracción: ruidos y estímulos sensoriales fuertes, tanto agradables como desagradables.
No os obsesionéis tampoco con ello si en estos momentos estáis en una situación que no permite avanzar mucho en lograr esa reducción de posibles distracciones. Haced al respecto lo que buenamente podáis; y si no os es posible ahora, esperad a tener mejor oportunidad para retomar este ejercicio y practicarlo.
Simplemente buscad con vuestra mente en qué partes de vuestro cuerpo notáis más el contacto del cuerpo con el asiento. Estoy seguro de que casi de manera inmediata, al leer las anteriores palabras, de pronto os habréis vuelto muy conscientes de esas partes del cuerpo, de ese contacto entre ciertas partes de vuestro cuerpo y el asiento dónde estáis sentados.
Fijad vuestra atención en ellas. "Anotad" brevemente, someramente (verbalizando -esto es, mediante palabras breves, cortas y concisas, sin complicaciones- o sin palabras, tan solo "sintiendo" el contacto) cada parte del cuerpo sensible a dicho contacto, a esa sensación o grupo de sensaciones de apoyo y contacto.
Recorredlas mentalmente deteniéndoos un tanto en cada una de ellas; simplemente sintiendo las sensaciones físicas que se producen, que normalmente son inconscientes casi por completo.
Cada vez que os deis cuenta de que vuestra mente, vuestra atención, se ha ido a otro momento o lugar (y esto sucederá con muchísima frecuencia hasta que avancéis en el cultivo de la atención plena), sin darle mayor importancia, "regañaros" ni nada similar, traedla con suavidad y decisión de nuevo al contacto "cuerpo - asiento".
Permaneced con este ejercicio un par de minutos y luego, progresivamente, salid de él dejando que la mente se vaya haciendo consciente de nuevo de otras cosas más "habituales" o retornando sin brusquedades a lo que fuera que estuviérais haciendo antes de poneros con este blog.
Practicad este ejercicio de atención plena con base en el cuerpo cada vez que consideréis conveniente, con total libertad y sin machacaros con él. Los que queráis emprender el cultivo de la Atención Plena de una manera más sistemática, podéis fijaros uno o dos momentos al día para practicarlo.
En todo caso es muy conveniente que cambiéis de vez en cuando de asiento y de postura (si os resulta posible. Nunca os obsesionéis con este tipo de detalles,
pues lo importante es desarrollar y ejercitar la atención plena y
voluntaria, el "darse cuenta" de esas sensaciones habitualmente
inconscientes o semiconscientes, como mucho), con el fin de modificar las zonas y sensaciones de contacto y agudizar así la capacidad de atención, además de hacer más agradable el ejercicio.
Si tenéis tiempo o ganas, tras el ejercicio es bueno pensar y reflexionar sobre lo que habéis aprendido de él con respecto a vuestro cuerpo, a la forma en que siente ese contacto, a qué sensaciones mentales os ha ido dejando, etc., pues ese tipo de reflexión os ayudará a ir conociendo mejor los procesos mentales de atención y a conoceros mejor, así como la forma en que se produce ese proceso que llamamos "experiencia de la realidad".
Una primera consecuencia de practicar este simple ejercicio, será (como pronto comprobaréis) que vuestra mente se calma, lo que es producto de la concetración, que corta durante unos instantes la dispersión de la mente, que es una causa importantísima de agitación e inquietud mentales. Y una mente tranquila es preludio de una mente más clara y de una mayor felicidad.
¡Qué lo disfrutéis y saquéis buenos frutos de esta sencilla práctica!
Pronto elaboraré otra entrada para compartir más cosas sobre el Cutlivo de la Atención Plena.