lunes, 15 de agosto de 2016

Plena Atención desde los movimientos del abdomen al respirar (1)

La Atención Plena a los movimientos del abdomen al respirar (en Vipassana y en Samatha, se suele respirar -salvo en muy contadas excepciones- por la nariz y de forma abdominal, en lugar de torácica), constituye para mí la base de prácticamente todos los ejercicios de desarrollo de la Atención Plena; base sobre la que, en el cultivo de Vipassana que practico y enseño, se va desarrollando una atención cada vez más fina, abierta y receptiva a un número creciente de fenómenos y experiencias de la realidad, tanto durante la práctica formal, como en la vida cotidiana.

Digamos que la postura que adoptamos en la práctica formal (para conocerla, consultad esta entrada del blog), junto con los movimientos del abdomen al respirar en ella, son "el aparato de musculación" principal que uso y enseño para ejercitar, desarrollar y fortalecer la capacidad de Atención Plena a las experiencias aquí y ahora, en el preciso instante en que se están teniendo o viviendo. Por este motivo, esta primera descripción y explicación de este ejercicio tan importante y fundamental será algo larga y detallada. Su ejecución será sencilla. Lo prolijo es la explicación, no la práctica, que os animo a emprender de forma regular; diariamente si pudiera ser.

Ellos dos: postura del cuerpo y abdomen moviéndose con la respiración, son "la casa" o el "objeto de base" en que posamos la atención en la mayoría de mis ejercicios de Vipassana. Y desde esa "casa", la capacidad de atención percibe o, incluso, "sale a percibir" y a vivir el resto de experiencias con una lucidez creciente a medida que se progresa en la ejercitación. Y siempre la atención vuelve "a casa" tras percibir y vivir con lucidez una experiencia determinada. De este modo, se ejercitan simultáneamente la capacidad de atención y la capacidad de dirigirla o controlarla a voluntad cada vez mejor y con menor esfuerzo.


Así, nos sentamos en el suelo, con las piernas en la posición del loto, del medio loto o la postura "birmana"; o bien nos sentamos en una silla, con las piernas separadas a su distancia natural y formando ángulos rectos entre los muslos y las pantorrillas ("postura egipcia"); en ambos casos, la espalda recta, sin apoyarla en la pared o el resplado de la silla, pero relajada, sin tensiones; la curvatura lumbar levemente marcada (la pelvis echada hacia atrás ligeramente); la cabeza centrada respecto del eje central del cuerpo, marcado por la columna vertebral, y ligeramente inclinada hacia adelante; los ojos con la mirada "posada" (no fijada) en el suelo ante nosotros, de forma cómoda (entre un metro y dos de distancia); las manos posadas una sobre otra encima del regazo o bien posadas sobre las rodillas.

La postura es importante. Lo es en cada momento y actividad de nuestras vidas cotidianas; pero aún más lo es en la práctica de la Plena Atención, que empieza así por atender con cuidado la postura para practicar; postura que no es azarosa o casual, sino que responde a esos requerimientos que he explicado. Es la postura específica para este ejercicio. Al adoptarla, primero ejercitamos y "forzamos" la atención dirigiéndola a una realidad tangible presente aquí y ahora, como es el propio cuerpo y su postura y, en segundo lugar, predispone (mediante la repetición) a la mente para desarrollar el estado de Vipassana en ella.

Dedicamos unos segundos a "sentirnos" así sentados, en esta peculiar postura. Cuando la notamos estable y relativamente "cómoda", entonces empezamos a atender a la respiración. La postura al principio nunca es cómoda, pero la práctica la vuelve rápidamente tolerable y, a la larga, cómoda.

La respiración ha de ser por la nariz (salvo que la tengamos taponada) y siempre abdominal, nunca torácica.




Ahora, con los ojos cerrados, abiertos o semicerrados (como sintamos que es mejor en cada momento), nos "sentimos" respirando así en esta postura, sin más. Hacemos de esa simple experiencia de estar respirando abdominalmente y por la nariz, sentados en esta postura, el centro de nuestra atención; la convertimos, merced a nuestra atención dirigida a ella, en nuestra experiencia central durante unos pocos minutos (un par de ellos, por ejemplo).

A continuación, llevamos la atención al abdomen, lo que hará que inmediatamente sintamos que se está moviendo debido a la respiración, a la inspiración y la espiración del aire.

Como consecuencia de ello, notaremos dos movimientos alternativos: uno que corresponde a la inspiración, y otro que es causado por la espiración del aire.

Nos dedicamos a sentir ambos movimientos, cada uno de ellos, lo más clara e intensamente que podamos, pero sin obsesionarnos ni sobrecargar nuestra mente con una concentración "exagerada". Se trata más bien de ir sintiendo ambos movimientos según se están produciendo, desarrollando o "desplegando", pues se tratan de manifestaciones sensoriales del proceso de respiración abdominal que el cuerpo está efectuando así sentado, aquí y ahora. La mente "capta", "nota" o "siente" esos movimientos según se están produciendo, del mismo modo que, por ejemplo, nuestro oído, si le prestamos atención, "capta" un determinado sonido según se está produciendo.

Los vamos "observando" o percibiendo con intención de descubrir cómo describiríamos verbalmente, en una o dos palabras, lo que sentimos que hace el abdomen en cada momento. Por ejemplo, al inspirar, podemos sentir que el abdomen "sale", o "sube", o "se hincha" (esto son meros ejemplos, para entender que la descripción ha de ser breve y precisa). Al espirar podemos notar que el abdomen "entra", "baja", "se deshincha", "se relaja"...

Una vez que tenemos claro ese punto, nombramos mentalmente (no con la voz) los movimientos del abdomen según se van produciendo y cada vez que se producen.

El cuerpo, al respirar en esta postura, produce unos movimientos en el abdomen, que la mente capta, identifica y nombra según se están produciendo. El adomen se mueve al respirar así, en esta postura específica. La mente, siguiendo sus capacidades y su función natural, "conoce" los movimientos del abdomen según se producen y les da nombre cada vez.

La mente se distraerá con bastante facilidad y frecuencia. No debemos ver ni sentir eso como un problema. Es algo natural e inevitable, sobre todo al principio; luego, con la práctica, las distracciones de la atención (que cambia de objeto, sin nuestro consentimiento, de forma espontánea y a menudo, sin darnos cuenta hasta pasados unos instantes), son menos frecuentes.

Cuando nos demos cuenta de que nuestra atención se ha desviado hacia otro objeto diferente de los movimientos del abdomen, con total naturalidad la traemos de vuelta al ejercicio; sin más. Cada vez que suceda, hacemos lo mismo.

Las "distracciones" no son un "obstáculo", un problema o un "fracaso" en Vipassana. Sólo son cosas que suceden en la mente, sin más. Lo importante es ser conscientes de que se han producido y actuar en consecuencia.Ya iremos viendo cómo se integran en la práctica de la Atención Plena. De momento, basta con traer la mente, la atención, de vuelta a su objeto: sentir, identificar y nombrar los movimientos del abdomen al respirar de la manera descrita y en la postura que hayamos adoptado para ello.

Os aconsejo practicar este simple ejercicio de desarrollo de la atención a un acontecimiento real (no originado por la propia mente ni el propio pensamiento) en tiempo presente, aquí y ahora, durante unos días antes de pasar al siguiente grado, que mostraré en breve, para que vuestra mente y vuestro cuerpo se vayan familiarizando con él y con los efectos que tiene en vuestro estado mental, sumamente agradables y beneficiosos.

No estéis practicando mucho tiempo. Unos minutos bastan al principio. Poco a poco, con la práctica regular, estaréis cómodos en él durante más tiempo. No hay prisa. Cuando estéis cansados o doloridos, parad y descansad o abandonad la práctica, en ambos casos con suavidad y procurando mantener la mente concentrada y atenta mientras "salís" del ejercicio y a lo largo del día, tanto como os sea posible.

Este ejercicio, al realizarlo de forma habitual, irá cumpliendo su función en nuestra mente sin que tengamos que hacer nada especial para ello, del mismo modo que los ejercicios de musculación realizados en el gimnasio, fortalecen y desarrollan nuestros músculos sin necesidad de hacer nada "especial", aparte de realizarlos cuando es la hora de ello.

¡Un saludo y hasta la próxima entrada en el blog, dentro de poquito tiempo!



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