martes, 11 de abril de 2017

¿Seres sintientes o seres pensantes?

Cada vez estoy más convencido de que la clave para entender qué es la Atención Plena y para desarrollarla en la vida cotidiana de cada uno (que es la única que, a fin de cuentas, tenemos y vivimos en realidad) se encierra en la respuesta a la pregunta que encabeza esta entrada que hoy os presento: ¿Seres sintientes o seres pensantes? ¿Qué somos en realidad?

Tradicionalmente, en el ámbito o "mundillo" de Vipassana, pero sobre todo en el Budismo Mahayana, se designa a los seres vivos con cierto grado de desarrollo de la consciencia como "Seres Sintientes" o "Seres Sensibles"; esto es, dotados de sensibilidad, de la capacidad (más o menos desarrollada) de "sentir", "notar" o "percibir" la realidad y de interactuar con ella sobre la base de esa sensibilidad. Y no olvidemos que las técnicas de Vipassana o Mindfulness (la Atención Plena) tienen sus orígenes en las prácticas budistas más primitivas u originarias, por lo que esta visión de los seres humanos como "seres sintientes" tiene una importancia capital en el desarrollo y comprensión de la Atención Plena.

En el caso del ser humano, a esa sensibilidad que hace de él un "Ser sintiente" o "sensible", se suma la capacidad de pensar, de elaborar pensamientos que, en principio, servirían para profundizar en la comprensión y el conocimiento de lo percibido sensorialmente (y también de lo deducido o conocido conceptualmente), así como en la manera más adecuada de interactuar con la realidad así percibida o conocida; pero, en todo caso, es a través de los sentidos que se producen las bases de la sensibilidad de la realidad. 

Y digo "en principio" porque, a la hora de la verdad, lo más frecuente es que la actividad principal (y casi única) que ejercemos la mayoría de las personas es pasarnos el día elaborando pensamientos sin parar, de forma más compulsiva que otra cosa, de manera que caemos en una especie de trampa, pues como nuestra mente no puede atender a dos cosas simultáneamente, si está ocupada elaborando un pensamiento tras otro, en un inacabable y descontrolado diálogo interno, caótico y compulsivo las más de las veces (admitásmoslo), sus capacidades de percibir, de sentir la realidad y de sacar conclusiones cuerdas y acertadas, se resiente de forma considerable.

Así, cada pensamiento se apoya en el anterior y hace de soporte para el siguiente, en una frenética actividad encadenada que rarísima vez se ve interrumpida. Resultado: sólo vivo, con pocas excepciones, el curso de mis propios pensamientos,  caóticos y compulsivos la mayor parte del tiempo.


martes, 30 de agosto de 2016

¿Distanciarse de las cosas?

Hace unos días, durante una conversación con una amiga, ésta me planteó esta pregunta, más o menos: "¿Qué tiene de bueno eso de distanciarse de las cosas al meditar?

Es una pregunta que, en mi opinión, parte de un malentendido que temo es muy frecuente entre quienes se están aún acercando a la Atención Plena, entre quienes la "estudian" desde fuera, como un mero objeto de estudio o, incluso, entre quienes la contemplan como un método de ayuda psicológica para superar momentos de dificultades en la vida. Y, si bien es cierto que Vipassana ayuda a adquirir una actitud mucho más sana ante la existencia, su objetivo no es ayudar a "distanciarse" de las emociones ni de las experiencias dolorosas o desagradables, haciéndolas así más soportables.

Cierto que el desarrollo de lo que denomino "mente Vipassana", de la Atención Plena, trae consigo una mayor capacidad para afrontar todas las experiencias (no sólo las dolorosas o desagradables) con una actitud mucho más cuerda, sana y positiva, y la consiguiente reducción o incluso erradicación de todo sufrimiento inútil, pero eso no es porque nos entrene, ni muchísimo menos, para saber "distanciarse" de las cosas, de las experiencias, las emociones, etc., lo que equivaldría a distanciarse de la vida, de nuestra propia vida y de nuestra naturaleza humana, de por sí apasionada y emocional, y no sólo racional. 

Eso de abstraernos y distanciarnos de las cosas "reales" ya lo hacemos de forma magistral con nuestra mente ordinaria, abandonada a su caótica actividad espontánea.

Para escapar de la vida, de la realidad, no hemos de hacer nada extraordinario; tan sólo basta con dejar la mente en su estado habitual: la dispersión continuada, quebrada sólo en momentos puntuales y de manera, demasiado frecuente, involuntaria, tal como ya expliqué en esta entrada anterior. La realidad queda entonces como "de fondo", como una fantasmagoría tras una espesa cortina de "comeduras de coco" constantes y compulsivas.


lunes, 15 de agosto de 2016

Plena Atención desde los movimientos del abdomen al respirar (1)

La Atención Plena a los movimientos del abdomen al respirar (en Vipassana y en Samatha, se suele respirar -salvo en muy contadas excepciones- por la nariz y de forma abdominal, en lugar de torácica), constituye para mí la base de prácticamente todos los ejercicios de desarrollo de la Atención Plena; base sobre la que, en el cultivo de Vipassana que practico y enseño, se va desarrollando una atención cada vez más fina, abierta y receptiva a un número creciente de fenómenos y experiencias de la realidad, tanto durante la práctica formal, como en la vida cotidiana.

Digamos que la postura que adoptamos en la práctica formal (para conocerla, consultad esta entrada del blog), junto con los movimientos del abdomen al respirar en ella, son "el aparato de musculación" principal que uso y enseño para ejercitar, desarrollar y fortalecer la capacidad de Atención Plena a las experiencias aquí y ahora, en el preciso instante en que se están teniendo o viviendo. Por este motivo, esta primera descripción y explicación de este ejercicio tan importante y fundamental será algo larga y detallada. Su ejecución será sencilla. Lo prolijo es la explicación, no la práctica, que os animo a emprender de forma regular; diariamente si pudiera ser.

Ellos dos: postura del cuerpo y abdomen moviéndose con la respiración, son "la casa" o el "objeto de base" en que posamos la atención en la mayoría de mis ejercicios de Vipassana. Y desde esa "casa", la capacidad de atención percibe o, incluso, "sale a percibir" y a vivir el resto de experiencias con una lucidez creciente a medida que se progresa en la ejercitación. Y siempre la atención vuelve "a casa" tras percibir y vivir con lucidez una experiencia determinada. De este modo, se ejercitan simultáneamente la capacidad de atención y la capacidad de dirigirla o controlarla a voluntad cada vez mejor y con menor esfuerzo.

miércoles, 10 de agosto de 2016

Cuestión de perspectiva.

De manera espontánea, lo que mejor y más manifiesta nuestra mente es dispersión; un torrente inagotable de pensamientos enlazados mediante asociaciones y saltos de unos a otros que no controlamos, con el impacto emocional que eso trae consigo, pues los pensamientos no son inocuos, sino que originan emociones, ya que nuestro cerebro no distingue fácil ni espontáneamente los acontecimientos reales o externos de los originados por su propia actividad pensante, reaccionando igual ante un tipo y otro de acontecimientos, ante la realidad objetiva y la puramente subjetiva, incluso aunque en el fondo sepamos de alguna manera cuál es cuál. 

Da igual, la emoción ya ha surgido e impactado en nosotros. No es algo que podamos controlar o evitar; es un proceso automático y muy arraigado. Pensamientos y emociones van unidos como uña y carne; como causa y efecto.

Con esta premisa, uno de los efectos que se producen en nuestra vida es que tenemos enormes dificultades para decidir de forma plenamente voluntaria y consciente a qué atendemos en cada momento y para asignar a las experiencias y los requerimientos de nuestra vida cotidiana una perspectiva y una jerarquía adecuadas para vivirlas y afrontarlas de forma cuerda y favorable a nuestra felicidad y nuestras metas. 

Unas experiencias y estímulos, así como ideas y pensamientos, se superponen o mezclan con otros, de modo que todo parece igual de real, urgente o importante. Un batiburrillo amorfo en que nada aparece completamente claro, pero que nos impulsa a la acción y a la emocionalidad de forma natural.

El propio ruido constante de nuestra actividad mental espontánea no permite que cada acontecimiento de nuestra existencia tome su lugar adecuado, viéndolo así desde una perspectiva poco clara o incorrecta. Con demasiada frecuencia, lo que más intensamente nos produce una determinada emoción en un momento determinado, se convierte, sin nuestro consentimiento, de forma automática, inadvertida, pero real y potente en lo más relevante de nuestra vida en ese momento, en el centro en torno al que se estructura nuestra vida en esos momentos. 

Nuestras metas reales y conscientemente elegidas y elaboradas, han sido desplazadas por ese nuevo centro de atención, surgido de aquél batiburrillo mental y catalizado por las emociones intensas que conlleva. Y eso no es necesariamente acertado, racional ni favorable para que experimentemos felicidad y para que avancemos en nuestras metas verdaderas. 



lunes, 31 de agosto de 2015

Las verdaderas riqueza y plenitud.

¿Quién, en su sana aspiración de disfrutar de la vida, no desea tener riqueza, abundancia y sentirse plenamente satisfecho? La vida es, en muchos sentidos, puro potencial o posibilidad, y como somos seres sensibles (conscientes y sintientes), deseamos de forma espontánea tener una existencia feliz y carente de sensaciones desagradables y de necesidades insatisfechas. Es una aspiración muy natural y sana en todo ser humano normal, sin duda y, como tal, no tiene nada de malo.

Lo que puede que no esté ya tan claro es en qué consisten las verdaderas riqueza y plenitud en la vida.

En nuestras sociedades mercantiles, la riqueza y la abundancia se conciben ante todo como la posesión de un gran número de bienes de uso y consumo, o bien de dinero, que puede darnos acceso a cualquiera de aquellos. Y eso, de nuevo, no es nada malo. Es mejor ser muy rico en dinero y bienes de uso y consumo que ser muy pobre en cualquiera de ellos, obviamente, ya que esto último nos pondría en una situación en que a duras penas tendríamos cubiertas nuestras necesidades más básicas. Y sin las necesidades básicas bien cubiertas, me temo que es imposible ser feliz y disfrutar de la existencia; es más, en los casos más extremos, sencillamente es imposible seguir vivo.

Pero... ¿Realmente el poseer muchos bienes de ese tipo proporciona de por sí una existencia percibida o vivida como rica (o enriquecedora) y satisfactoria?


viernes, 31 de julio de 2015

Ama, saborea y conoce, en plenitud, lo que hay aquí y ahora.

La vida es compleja. En ella suceden tantas cosas simultáneamente... En nuestra mente, en el entorno, en otras personas, en otros lugares... No hay un solo instante de vacío, en el que algo no esté sucediendo en alguna parte; en todas, en realidad; todo en perpetuo cambio, en constante movimiento, siendo cada "cosa" lo que es tan solo un instante para, inmediatamente, dejar su lugar a algo total o parcialmente distinto, que sirve de base y de condición para que surjan otras "cosas" tan sólo un instante; y así sin principio ni final aparente.

Lo único que parece ser mínimamente estable es que, mientras vivimos, vamos percibiendo, conociendo y experienciando muchas de las cosas que suceden en cada instante, que por más numerosas y diversas que sean, son tan solo una ínfima fracción de la totalidad de fenómenos que acontecen en la realidad en cada momento y lugar. Sólo se trata de la pequeña porción de realidad que percibimos como individuos dotados de mente o de consciencia.

Mientras existimos, esa capacidad nos acompaña siempre; más o menos desarrollada; más o menos lúcida; más o menos deseada o sentida, ya que tampoco ella es permanente ni estable y varía de un instante a otro; pero, de un modo u otro, mientras existimos, está ahí, como nuestra compañera más inseparable, incluso cuando ante un dolor abrumador desearíamos que desapareciera al menos por unos instantes, unas horas o unos días, quizás. 

Nuestra mente no para de percibir porciones de realidad (objetiva y subjetiva) ni siquiera en el sueño profundo ni, parece ser, tampoco en los estados de "inconsciencia" por profundos que parezcan ser vistos por un observador desde fuera. Salvo que se demuestre lo contrario, parece ser que sólo cesa por completo con la muerte; aunque, por motivos que no vienen al caso en este blog, yo creo que nunca desaparece para siempre y termina por resurgir, de un modo u otro, con una infinidad de formas diferentes; quizás un poco como el Ave Fénix. Pero esa es otra historia.



lunes, 13 de julio de 2015

Pensar un poquito menos, vivir mucho más.

La Atención Plena no es un conjunto de técnicas, sino una actitud general y básica ante la vida, ante la existencia; es una forma de vivir diferente a la habitual, que proporciona una experiencia de vida más directa, sana, despierta, feliz y plena; proporciona "más vida" a la  vida de cada uno. Las técnicas que muestro en el blog son "tan solo" ejercicios para entrenar a nuestra mente en adquirir esa actitud de atención plena en la vida cotidiana, logrando así la persona disfrutar de sus frutos.

No solemos darnos cuenta de hasta qué punto evitamos hacer eso en nuestra vida diaria al estar viviendo casi exclusivamente a través de nuestros pensamientos, de eso que he denominado en el blog varias veces  nuestra "cháchara mental", sea que se produzca esta en forma de palabras, imágenes o meras "sensaciones" o "impresiones" mentales más o menos definidas.

Debemos tener presente que sólo "experienciamos" o vivimos realmente aquello que tenemos en nuestra mente en un momento determinado; sobre todo, aquello cuanto ocupa o emplea las facultades de la mente consciente, de la consciencia; y normalmente, salvo en el caso de las personas que han cultivado con éxito de forma continuada la Atención Plena (Vipassana o Mindfulness), lo que ocupa nuestra mente, a todas horas y casi sin control ni conciencia de ello, es esa "cháchara mental", mezclándose (o imponiéndose) en la consciencia con cada una de las experiencias directas de la realidad de cada "aquí y ahora".



¿Seres sintientes o seres pensantes?

Cada vez estoy más convencido de que la clave para entender qué es la Atención Plena y para desarrollarla en la vida cotidiana de cada uno ...