lunes, 30 de junio de 2014

Tejer la propia existencia.

Aunque, por diversos motivos, entre los que se encuentra el fabuloso desarrollo técnico e industrial alcanzado en los útlimos poco más de doscientos años por los países desarrollados, muy ligado al gran auge y los éxitos del Método Científico basado en la concepción positivista de la realidad y del conocimiento,  tendemos a no verla así, en esencia lo que denominamos como la propia existencia (de uno mismo) no es más que un conjunto de procesos y fenómenos psicofísicos que nos producen conciencia de la realidad, de uno mismo y del hecho de existir (tanto uno mismo como todo aquello que percibimos como realidad objetiva o externa a uno mismo y la propia mente).

Pero, debido al enorme peso que socialmente se hace de la primacía de la realidad objetiva sobre cualquier otro aspecto, nivel o matiz de la complejísima realidad "total" (primacía justificada, no sin razón, por los éxitos desde la Revolución Industrial en impulsar el desarrollo social, productivo y tecnológico, tan enfáticamente cultivados en la actualidad por encima de cualesquiera otros valores, quizás más centrados en el ser humano), tendemos a creer que la conquista de la felicidad y de una existencia mucho más plena, feliz y satisfactoria, es fruto casi exclusivamente de la acumulación de causas y condiciones objetivas (sociales, laborales, de propiedad de bienes de producción y de consumo, de habilidades personales sociolaborales -volcadas al exterior de uno mismo, por tanto- aprendidas o innatas, etc.).


Pero parece que algo muy básico se nos está quedando por el camino, ya que aunque el desarrollo tecnológico e industrial no para, la capacidad de cultivar una existencia cada vez más feliz no sigue esa tendencia, precisamente. Algo se nos está escapando en ese anhelado y necesario arte de cultivar con éxito una existencia más dichosa, plena, satisfactotia y feliz.

miércoles, 18 de junio de 2014

Plena Atención... ¿Para qué?

Al final, de lo que se trata en todo este asunto es de la necesidad de controlar y de saber usar la propia mente para que favorezca el que logremos una vida mucho más sana, plena y feliz, que es algo que todos deseamos y buscamos, la inmensa mayoría de las veces a tientas y, por eso mismo, con resultados poco fiables o satisfactorios.

Es dentro de este propósito que siempre he practicado la Plena Atención en mi vida y que ahora comparto con vosotros y vosotras cuanto he aprendido y logrado al respecto. 

Lo único que busco y que puedo aportar es eso mismo: contribuir a que quienes leáis o sigáis este blog encontréis, a través de él, formas de avanzar en lograr una mente que trabaje a favor de vuestra felicidad y plenitud en la vida, pues la mente es la base misma de cuanto experienciamos en la existencia; es donde se "siente" la existencia misma. 

Y cuanto más atenta, serena, clara y lúcida esté la mente, más nos proporcionaremos a través de ella una existencia sana, provechosa y feliz, en definitiva. 

Es fundamental entender esto para comprender el alcance de lo que la Plena Atención puede aportarnos y para captar el enfoque básico que hará de nuestra práctica de la misma algo eficaz y con pleno sentido. 

Nunca insistiré lo suficiente en que la llave de la felicidad y la infelicidad personal reside ante todo en cómo usamos nuestra mente, siempre dando por descontado (por su obviedad incuestionable) que las necesidades biológicas y sociales básicas estén cubiertas en niveles dignos. Pero incluso las situaciones más desagradables y hasta dramáticas de escasez, opresión, etc., se vuelven más tolerables y con mayores posibilidades de encontrarles solución y salida si nuestra mente trabaja a nuestro favor que si nos boicotea cualquier posible acción de mejora.


lunes, 2 de junio de 2014

Un principio fundamental (1).

Existe un principio básico que hay que tener en cuenta para poder realizar con éxito el arte de vivir más plena y felizmente, y que además justifica por completo la conveniencia (casi diría que la necesidad) de desarrollar el cultivo de la Atención Plena. Paso a exponerlo sin más preámbulo:

Debemos tener en cuenta que es imposible ser feliz y disfrutar de esa fascinante sucesión de experiencias encadenadas que es nuestra vida sin controlar nuestros pensamientos, de modo que estos "jueguen" a favor de que logremos experienciar esa plenitud y felicidad de base. 

Si dejamos a nuestra mente pensar a sus anchas, sin control alguno salvo cuando atendemos algún asunto obligatorio e inaplazable, nuestra existencia será emocionalmente imprevisible y caótica. 

Se parecerá a una montaña rusa fuera de todo control, lo que a la larga resulta siempre agotador y horriblemente frustrante, pues además, debido a la educación que hemos recibido y a las tendencias normales en nuestro mundo, de manera espontánea tenderemos a tener mayoritariamente pensamientos negativos que nos producirán toda clase de emociones dolorosas, casi nunca adecuadas para mejorar las situaciones que vivimos: miedo, angustia, ansiedad, ira, agresividad, tristeza, vacío, deseo de retornar al pasado (algo imposible por completo), deseos absurdos e irracionales pero obsesivos, etc. ¿Verdad que esa sensación de no tener control sobre nuestras emociones y sentimientos es muy común?


martes, 20 de mayo de 2014

Ejercitar (Cultivar) la Concentración.

Concentrarse es fijar la mente en un objeto (normalmente estático, carente de movimiento) de modo que no se aleje o se distraiga de él.

Es una facultad o capacidad mental que es muy útil ejercitar o cultivar para aumentarla y mejorarla, además de estar estrechamente ligada a la facultad de la atención, pues el estar atento a un objeto supone el poder fijar la mente en él el tiempo necesario para ir percibiendo sus matices, capas y detalles, para "experienciarlo" o conocerlo cabalmente, en definitiva.

Por tanto, cultivar la concentración es necesario para cultivar la Atención Plena, además de que la concentración, al fijar la mente en un objeto apropiado para ello, calma o extingue por completo la agitación mental, la ansidedad, el temor, la somnolencia excesiva y otras emociones y fenómenos mentales indeseables o inapropiados para muchas de las situaciones que vivimos a diario.


En esta entrada de hoy, voy a compartir con vosotros y vosotras un ejercicio básico de cultivo de la concentración, cuya práctica regular aporta mayor dominio de dicha facultad de la mente, además de calma (incluso paz interior en no pocas ocasiones).

martes, 13 de mayo de 2014

La causa de la dispersión y la agitación mentales

Si habéis ido practicando los ejercicios para el cultivo de la atención plena que he compartido hasta el momento con vosotros y vosotras, seguramente habréis empezado a ser conscientes de algo que hasta ahora, muy probablemente, os había pasado desapercibido: la enorme cantidad de pensamientos que, de forma espontánea, se suceden en la mente sin posibilidad aparente de control, de manera que experienciamos una constante distracción respecto del objeto al que deseamos aplicar la atención. Cuando nos queremos dar cuenta, estamos con la mente "en otra cosa". 

¡Enhorabuena si eso os ha sucedido! Felicitaros, pues ese es un primer fruto del cultivo de la Atención Plena. Habéis empezado a daros cuenta de algo que os estaba sucediendo sin siquiera advertirlo. Habéis empezado a vivenciar que vuestra mente va "a su bola", va "a lo suyo" mucho más de lo que sería conveniente y deseable.

Aparte de eso, ese vagar de la mente a su propio ritmo es completamente normal en el inicio del cultivo de la Atención Plena, pues nunca hemos ejercitado de manera sistemática las facultades mentales de la concentración y la atención, con lo que dificilmente podemos entonces controlarlas, y la naturaleza de la mente y sus funciones la llevan tanto a pensar casi sin cesar como a enfocarse de manera constante en multitud de diferentes objetos.

Y esto, en principio, no es "malo"; es más, es necesario para la vida; pero lo que no es necesario es que ese constante saltar de un objeto o pensamiento a otro sea algo caótico, totalmente espontáneo y casi imposible de controlar, sobre todo cuando necesitamos centrarnos en algo concreto con el propósito que sea (conocer en profundidad algo; reflexionar a fondo sobre un tema; relajarse física y mentalmente; calmar o erradicar una obsesión; atender a alguien que requiere de toda nuestra antención; estudiar para un exámen, y tantas situaciones cotidianas en que nos sería muy conveniente y beneficioso dejar la mente centrada en algo voluntariamente durante el tiempo que nos sea necesario). 

Tampoco debemos olvidar que son los pensamientos que tenemos (todo aquello que "nos decimos a nosotros mismos" en cada momento) los que determinan nuestras emociones y sentimientos, y no lo que "nos sucede" o "nos hacen" los demás, como errónea y un poco infantilmente tendemos a creer. De modo que si nuestros pensamientos vagan a su antojo sucediéndose unos a otros sin control ni criterio claros, nuestras emociones y sentimientos serán igual de caóticos, misteriosos e incontrolables. 




martes, 6 de mayo de 2014

Lo dijo John y...¡Tenía razón!

Hay una frase muy conocida, atribuida a John Lennon, que encierra una triste verdad demasiado común entre las personas de nuestra socidad actual: "Life is what happens when you are busy making other plans", que yo suelo traducir como "La vida es lo que sucede mientras tú estás ocupado con otros planes"; en otras palabras, que la vida es cuanto te acontece mientras tú estás "atento" a cualquier otra cosa, con lo que se te escapa poco a poco como arena entre los dedos, mientras se supone que estás "viviendo", haciendo de todo para "vivir", para "construir y edificar tu vida" o para "atrapar lo bueno de la vida."



 Y al final, antes o después te enfrentas con el hecho de que tus manos están casi vacías, conteniendo tan solo algunos pequeños granitos de esa "vida" que tanto anhelabas; el resto se esfumó sin darte apenas ni cuenta, sintiéndote por ello triste, algo vacío y, seguramente, bastante frustrado o decepcionado. Pero eso tiene sus causas y, por ello, solución. 

miércoles, 30 de abril de 2014

Comenzar con el cultivo de la Atención Plena.

Aunque con el tiempo se han ido desarrollando, sobre todo en los llamados "países occidentales", muy diversos enfoques y métodos para el cultivo de la Atención Plena (popularizada en ellos bajo el término inglés "Mindfulness"), yo voy a transmitir aquellos que he practicado a partir de mi formación budista y, como consecuencia, del enfoque básico de metodología que se recoge sobre todo en la tradición theravada del Budismo, pero desprovistos de sus elementos y contenidos puramente budistas, centrándome en los aspectos prácticos ante todo.

Las bases para el cultivo sistematizado de la atención plena que uso y practico son, por tanto, los recogidos en el Satipatthana Sutta ("Discurso sobre los Fundamentos o Bases de la Atención", perteneciente al Canon Pali ).

Así, tomaremos casi siempre como bases para el cultivo y desarrollo sistematizado de la atención plena el cuerpo, las sensaciones (tanto físicas o corporales como mentales), la mente (sus diferentes estados) y los objetos mentales (todo aquello que es percibido exclusivamente por la mente; esto es, básicamente, los conceptos e ideas). 

Aplicando de determinadas maneras la atención sobre dichas bases es como ejercitaremos esta importantísima facultad, de modo que vaya aumentando gradualmente en calidad y profundidad en nuestra vida cotidiana y vayamos logrando así el objetivo del que hablé en las primeras entradas del blog: vivir más plenamente y disfrutar más plenamente de nuestra vida, de cuanto experienciamos en cada instante.




El primer logro básico, aunque por el momento sólo sea temporal (puede que simplemete instatáneo, pero que será voluntario -para muchas personas por vez primera en toda su vida-) es algo muy inusual, por más poco espectacular que suene: Vamos a practicar el que nuestro cuerpo y nuestra mente se sienten en el mismo asiento al mismo tiempo.

Habitualmente (diría que casi sin excepción), no tenemos la mente donde está el cuerpo. Cada uno suele estar en un lugar y tiempo diferente. 

El cuerpo siempre permanece en el presente, aquí y ahora, no tiene otra posibilidad; pero la mente suele estar atenta al pasado, al futuro y a lugares en que ahora mismo realmente no estamos. Y eso supone que no estamos viviendo verdaderamente lo que tenemos ante nosotros, sino algo muy distorsionado por nuestra propia mente.

Y eso sucede con demasiada frecuencia, incluso cuando estamos realizando tareas sumamente importantes y hasta potencialmente peligrosas, como son desde cuando conducimos un vehículo o manipulamos fuego o electricidad, hasta cuando alguien nos ha pedido atención y ayuda importantes para él o ella (nuestos hijos, nuestra pareja, nuestro jefe, compañero, empleado, cliente o paciente, etc.).

Ese tipo de "divorcio" entre cuerpo y mente rara vez es útil o deseable (salvo que deseemos conscientemente evadirnos de la situación, por el motivo que sea, lo que en muy pocas ocasiones es una estrategia acertada o efectiva). Conviene, entonces, desarrollar la capacidad de que, cuando así lo estimemos importante, deseable o necesario, podamos estar plenamente presentes con el cuerpo y con la mente en las situaciones que "experienciamos" en la vida.

Dado que el cuerpo siempre está, sin tener otra posibilidad, en el presente ("aquí y ahora"), lo más adecuado para traer la mente, tan huidiza ella, al presente es esforzarnos en que la mente tome conciencia del cuerpo de forma eficiente y lo más suave y agradablemente posible -para que no tienda a huir, según su costumbre-.

En este vídeo (incluido en la primera entrada del blog ) vimos, guiados por Ramiro Calle, una forma de lograr eso usando como base la respiración.

Ahora os presento una forma de lograr sentar el cuerpo y la mente al mismo tiempo en el mismo asiento, aunque sea por unos breves instantes, dando así un primer paso de gigante en el desarrollo y control de la plena atención.

Para ello, no tenéis que adoptar ninguna postura especial de sentarse, ni un lugar determinado. Basta con dónde y cómo estéis sentados en este preciso instante. Tomáos el "trabajo", eso sí, de, en la medida que os sea posible, reducir las eventuales fuentes de distracción: ruidos y estímulos sensoriales fuertes, tanto agradables como desagradables. 

No os obsesionéis tampoco con ello si en estos momentos estáis en una situación que no permite avanzar mucho en lograr esa reducción de posibles distracciones. Haced al respecto lo que buenamente podáis; y si no os es posible ahora, esperad a tener mejor oportunidad para retomar este ejercicio y practicarlo.

Simplemente buscad con vuestra mente en qué partes de vuestro cuerpo notáis más el contacto del cuerpo con el asiento. Estoy seguro de que casi de manera inmediata, al leer las anteriores palabras, de pronto os habréis vuelto muy conscientes de esas partes del cuerpo, de ese contacto entre ciertas partes de vuestro cuerpo y el asiento dónde estáis sentados.


Fijad vuestra atención en ellas. "Anotad" brevemente, someramente (verbalizando -esto es, mediante palabras breves, cortas y concisas, sin complicaciones- o sin palabras, tan solo "sintiendo" el contacto) cada parte del cuerpo sensible a dicho contacto, a esa sensación o grupo de sensaciones de apoyo y contacto.

Recorredlas mentalmente deteniéndoos un tanto en cada una de ellas; simplemente sintiendo las sensaciones físicas que se producen, que normalmente son inconscientes casi por completo.

Cada vez que os deis cuenta de que vuestra mente, vuestra atención, se ha ido a otro momento o lugar (y esto sucederá con muchísima frecuencia hasta que avancéis en el cultivo de la atención plena), sin darle mayor importancia, "regañaros" ni nada similar, traedla con suavidad y decisión de nuevo al contacto "cuerpo - asiento".

Permaneced con este ejercicio un par de minutos y luego, progresivamente, salid de él dejando que la mente se vaya haciendo consciente de nuevo de otras cosas más "habituales" o retornando sin brusquedades a lo que fuera que estuviérais haciendo antes de poneros con este blog.

Practicad este ejercicio de atención plena con base en el cuerpo cada vez que consideréis conveniente, con total libertad y sin machacaros con él. Los que queráis emprender el cultivo de la Atención Plena de una manera más sistemática, podéis fijaros uno o dos momentos al día para practicarlo. 

En todo caso es muy conveniente que cambiéis de vez en cuando de asiento y de postura (si os resulta posible. Nunca os obsesionéis con este tipo de detalles, pues lo importante es desarrollar y ejercitar la atención plena y voluntaria, el "darse cuenta" de esas sensaciones habitualmente inconscientes o semiconscientes, como mucho), con el fin de modificar las zonas y sensaciones de contacto y agudizar así la capacidad de atención, además de hacer más agradable el ejercicio.

Si tenéis tiempo o ganas, tras el ejercicio es bueno pensar y reflexionar sobre lo que habéis aprendido de él con respecto a vuestro cuerpo, a la forma en que siente ese contacto, a qué sensaciones mentales os ha ido dejando, etc., pues ese tipo de reflexión os ayudará a ir conociendo mejor los procesos mentales de atención y a conoceros mejor, así como la forma en que se produce ese proceso que llamamos "experiencia de la realidad".

Una primera consecuencia de practicar este simple ejercicio, será (como pronto comprobaréis) que vuestra mente se calma, lo que es producto de la concetración, que corta durante unos instantes la dispersión de la mente, que es una causa importantísima de agitación e inquietud mentales. Y una mente tranquila es preludio de una mente más clara y de una mayor felicidad.

¡Qué lo disfrutéis y saquéis buenos frutos de esta sencilla práctica!

Pronto elaboraré otra entrada para compartir más cosas sobre el Cutlivo de la Atención Plena.



viernes, 25 de abril de 2014

Todos podemos cultivar la Atención Plena

Toda persona tiene de forma innata cierta capacidad de atención más o menos desarrollada, ya que es natural en todo ser sintiente (dotado de algún grado de consciencia). Lo mismo sucede con toda capacidad humana, sea física o mental.

Esta capacidad natural de atención es adecuada en la gran mayoría de los casos para una vida normal, con todas sus ventajas y sus inconvenientes; pero al desarrollarla por encima de ese grado natural, espotáneo e innato, se obtienen logros muy variados, positivos e interesantes.

Para desarrollar, ampliar, fortalecer y someter a control consciente la atención, es necesario ejercitarla de forma regular y metódica, al igual que sucede para desarrollar y fortalecer cualquier otra capacidad. Ese desarrollo por encima de lo habitual no va a suceder de manera espontánea, así como tampoco por el mero hecho de darse cuenta de que es posible o necesario hacerlo, ni por simplemente desearlo. Pero en realidad no es difícil lograrlo.

jueves, 10 de abril de 2014

Qué es la Atención Plena

La atención es la facultad o capacidad que permite mantener la mente de manera voluntaria, lúcida y consciente en un objeto. Como toda facultad física o mental puede ser cultivada con el fin de potenciarla, desarrollarla y mejorarla.

La Atención Plena no consiste en cultivar la atención con el fin de que "abarque El Todo" ni nada semejante. Es algo mucho más simple y práctico, que persigue el fin de vivir mucho más plenamente y tener un mayor control sobre nuestra psicología y sobre el entorno que estamos percibiendo y tratando de manejar con el propósito que sea.

martes, 1 de abril de 2014

Introducción.

             




Aunque fue el Buda (Siddhatta Gotama o Siddharta Gautama) quien más activa y exitosamente desarrolló y enseñó el cultivo de la Atención Plena como parte indispensable de su camino de liberación de lo desfavorable, lo cierto es que su cultivo se puede dar en la vida cotidiana de cualquier persona, sin necesidad en absoluto de sujetarse a las creencias, rituales o prácticas budistas. Son muchas las personas en todo el mundo que cultivan en mayor o menor medida la Atención Plena en sus vidas, consiguiendo con ello numerosos beneficios físicos y psicológicos.
  

¿Seres sintientes o seres pensantes?

Cada vez estoy más convencido de que la clave para entender qué es la Atención Plena y para desarrollarla en la vida cotidiana de cada uno ...